Mi gran fracaso escolar (Entrada catártica)

Voy a contar -tal vez- el peor trauma de mi vida. Pero para eso me tengo que remontar al año 1993, recuerdo como si fuera ayer mi primer día de clases, me llevaron a una casa que oficiaba de guardería, entramos en el galpón y de pronto vi por el portón que mis padres se alejaban de a poco, no recuerdo si estaba mi hermana en aquel momento conmigo pero al menos yo lloraba. No tenia idea si iban a regresar, no recuerdo si me contaron a que iba ahí la cuestión es que yo era muy distraída y si lo habían hecho no los había escuchado o a mis 3 años no había tenido la madurez suficiente para procesar lo que me estaban diciendo. Lloré, lloré mucho mientras los veía desaparecer por la ventana del portón, ellos se tomaron de la mano y no miraron atrás. Recuerdo que lloré tanto que vomité un poco, la maestra -que no había intentado consolarme en todo ese tiempo- me envió a lavarme la cara al baño mientras me limpiaba un poco la cara con un pañuelo que tenia un olor raro. Cuando voy al baño recuerdo encontrarme con dos nenas de aproximadamente 4 años, tal vez por esa necesidad del ser humano de adaptarse para sobrevivir, decidí que debería socializar con esas nenas y comencé con un : Hola! y cuando ellas me miraron en ese estado se asustaron y dijeron que iban a llamar a «la seño», esa fue la primera vez que escuché ese nombre. Después también recuerdo haber llorado varias veces mas, me decían  «no llores que ya sos grande», hasta que finalmente un día llegué y no lloré, pero por dentro me consumía la tristeza y me sentía mala cada vez que se me escapaba una lágrima. Los niños jugaban entre ellos, pero yo jamás encajé. Me sentaba con ellos en una hamaca enorme donde entraban muchos niños y me daba vértigo porque iban muy fuerte, o corrían pero yo era muy lenta. Entonces me alejé, permanecía cerca de mi hermana, que era la única persona que conocía.

Pasó un tiempo cuando tenía 4 años me pasaron a un jardín de infantes normal, creo que entré a salita de 5 pero como mi cumpleaños es a mitad de año entre con menos edad que la mayoría de los niños.  El jardín de infantes ya era mas placentero, tenia una seño muy divertida, me gustaba dibujar y había hecho afinidad con algunas compañeritas, una se llamaba Virginia y la otra Florencia, eran lindas calladas como yo y hablábamos mal de los compañeros que nos pegaban por ser tranquilas, también tenía otra amiga: «Leila» ella se lo pasaba al lado de un chico que estaba en silla de ruedas, «el Guille», y por último: Vero, era una amiga que hice porque nuestras madres eran amigas. Dentro de todo el jardín era mucho mas placentero, me gustaba bailar rock and roll, o cuando la seño le ponía una zanahoria como nariz al maniquí que teníamos en clase y que de vez en cuando vestíamos.

En primer grado retomamos el problema, mis notas no eran las deseadas y mis mejores amigas del jardín ya no estaban, pero al menos no estaba Gonzalo, que era un nene que nos pegaba. Mi mamá quería que me juntara con una nena que era brillante, había tenido estimulacion desde temprana edad y obviamente sus habilidades sociales, motricidad fina y gruesa y todo lo demás eran mucho mas avanzados que la mayoría de la clase, también me seguía juntando con Leila, pero porque en parte sentía un poco de lástima por ella y sentía la necesidad de ayudarla de alguna manera pero no quería ser su amiga. Con mi amiga inteligente lo pasaba muy bien, pero su realidad era diferente, tenía un pizarrón en su casa y siempre había algo escrito, algo de carácter pedagógico en parte me sentía inspirada a aprender cuando iba a su casa, pero obviamente ellos pactaban horarios especiales para estudiar y yo me sentía bastante por debajo a su nivel de conocimiento y tenia miedo de ser ridiculizada. Me juntaba mucho con los chicos nuevos del colegio, me gustaba que se sintieran incluidos, les hablaba y les sonreía a veces jugábamos a las atrapaditas, pero no necesitábamos siquiera saber nuestros nombres o edades. Muchos de los nenes del grado me excluían de los juegos porque eran juegos para nenes de 6 años y yo tenía 5. En los primeros meses de segundo grado lo pasaba sola, y de hecho me gustaba tenia tiempo para observar a los otros nenes, para ver a aquellos que disimuladamente levantaban galletitas del suelo, para no compartir mi merienda y para no sentirme excluida. Un día me enfermé de parálisis facial, y para mi eso no significaba nada, pero mi profesora me envió a llevar el registro a dirección, que tal vez era el peor lugar para mí porque le tenía terror a las maestras y peor a la directora que se lo pasaba gritando y menospreciando niños llenos de energía. Pero llegué a la dirección bajo la mirada atenta de las directoras y unas profesoras, yo tenia miedo mi voz temblaba y por alguna razón las directoras se reían, yo sentía que se reían de mi. Salí de ahí muy triste y enojada, pero al llegar al lado del grado me apoyé en la pared del grado porque presentí que la profesora había tenido una doble intención (porque solo mandaba a los mejores de la clase a llevar el registro) y escuché que mi señorita Aurora decía: no la dejen sola a la Noe en los recreos, ella tiene una enfermedad. En ese momento me sentí peor pero entré con la esperanza que cambiara de tema pero no lo hizo. En el recreo no pude caminar tranquila, muchos nenes me precedían abrazados a mi, mi paz y tranquilidad se veían alterados por una oleada de lástima y de sincera solidaridad infantil, cosas que yo no había solicitado. A mitad de año entraron dos nenas, creo que venidas del colegio del lado, se llevaban como perro y gato pero eran super divertidas. Una se llamaba Malena Henault, que ahora con el pasar de los años no me queda duda que era superdotada, las charlas eran muy entretenidas con ella al fin había encontrado a alguien con quien hablar de temas teológicos, del Diablo, la vida, la muerte, los fantasmas, la familia, los animales, la gente del colegio. Y lo que mas me gustaba de ella es que a pesar de ser la segunda mejor del grado jamas le interesó demasiado hacerme notar eso sino en cambio  ella era tan natural y tenía un carácter muy particular.  La otra nueva amiga se llamaba Lucía Echeverría, ella era la antítesis de Malena, era amable, graciosa, regordeta y bastante verborrágica, sus notas no eran de lo mejor y se preocupaba bastante por eso.

Lo pase muy bien con ellas la mayor parte del primario, a menudo me veía envuelta en sus peleas y lo único que podía hacer era reír, de vez en cuando también encontraba mis momentos de soledad para estar tranquila en los recreos, a veces me gustaba compartir juegos con los mas pequeños o los mas grandes, raramente me juntaba con los de mi edad. Sus preocupaciones y planteamientos me parecían ridículos, como si tuvieran otra edad diferente a la mía, cada vez que hacia bromas nadie las comprendía y me sentía muy frustrada cuando me trataban como una nena. A diferencia de muchas de ellas no me interesaba la competencia, ni ser la mejor, ni tener novio, ni ser la mas linda, ni vestirme a la moda, sino lo que mas me gustaba, que era jugar. En las horas de clase cuando la seño hablaba, yo miraba por la ventana e imaginaba historias increíbles, no me interesaba mirar hacia un pizarrón negro con cosas aburridas, sabiendo que afuera estaba el aprendizaje real.

Pero después llegó lo peor, cuando pasé a cuarto grado mis notas bajaron drásticamente, entonces citaron a mi mamá por supuestas sospechas de que yo era retrasada mental y que iba a tener muchos problemas en secundario, usaron muchos calificativos para intentar decir eso, yo recuerdo haber estudiado en casa con mi mamá pero todo era frustrante, estudiaba de memoria y por suerte puedo decir que mi memoria era la mejor de todo el grado sino ni pasaba los exámenes. Me enojé mucho cuando escuché que las señoritas se referían a mi como una persona de menor capacidad intelectual, simplemente jamas se les ocurrio que tal vez era diferente, que el sistema en si no se estaba adecuando a mis necesidades. Yo tenía mucho interés por aprender, pero no me gustaba que me impusieran lo que tenia que estudiar, recuerdo haber estudiado las láminas didácticas de cartón de la revista Anteojito y haber hecho todos los experimentos científicos que salían en las revistas. Amaba leer y escribir, desde chica fue una gran aficción y lograba terminar libros de 200 hojas en un día, desde los 8 años que no tuve errores ortográficos de importancia. Decían también, que era una nena antisocial, porque tenia pocas amigas y no siempre estaba con ellas, pero la curiosidad es que afuera del colegio tenia muchos amigos y jamas me costó hacer amigos en lugares nuevos.

Pasaron los años e ingresé al secundario, el cambio fue brusco, no conocía a nadie porque comencé en un colegio lejos de donde estaba el anterior, los chicos tenían otros intereses, recuerdo que el primer día un chico me pregunto si quería chapar con el y para mi eso fue rarísimo, no me interesaban los novios ni nada. Ahí comencé a estar sola pero esta vez era diferente, necesitaba estar con amigos, así que me hice un grupo de amigas, pero no había nadie que me comprendiera todos estaban inmersos en temas de novios, rebeldía, independencia, etc, yo quería relajarme no me interesaba crecer tan rápido. En este primer año de secundario me dio mi segunda parálisis facial y por lo tanto eso significó muchas faltas al colegio para ir al fisioterapeuta plus psicóloga, lo que me atrasó mucho en el colegio y me llevé 9 materias. Jamás voy a comprender como hice para aprobar 5 materias en diciembre, estudiando todo lo que vi en un año en 20 minutos, no recuerdo como hice. Pero me quedaban 4 para marzo y mis padres decidieron que lo mejor para mí era que repitiera el año por mi siempre aparente «atraso escolar». En los dos años siguientes mejoré mis habilidades sociales rodeándome de una variedad de grupos de amistad, y el estudio paso a estar en segundo plano. Como a los 16 años elegí cambiarme de colegio para tener mas tiempo para dedicarme a actividades que me gustan, ya pensando mas en mi futuro. Como tenía buenas habilidades en comunicación decidí ser profesora o traductora de inglés. Y volví a un colegio público y de jornada única. El programa era menos exigente y ahi sentí que podía comenzar de nuevo, así que hacia las tareas y de vez en cuando escuchaba en clase, jamas estudie en verdad en el colegio pero si lograba comprender los conceptos no tenia necesidad de estudiar. Comencé a destacar en la comunicación social y mis profesores me hablaban de lo buena que era para motivarme en esa área, pero ellos no sabían que a eso no lo había aprendido de los libros ni de los apuntes, sino a partir de la experiencia, de la observación de todos estos años.  Hacia el penúltimo año tuvimos un profesor de psicología, el me ayudo a abrir la mente, a salir de la autocompasión y pensar que SI se puede, que yo no era retrasada como me había autoconvencido, sino que era inteligente con un pensamiento crítico y una capacidad de análisis bastante elevados. Desde aquel momento en la actualidad no hay nada que yo no pueda aprender, he aprendido varias cosas como autodidacta y para mi es una necesidad muy fuerte la de estar continuamente aprendiendo, estimulando la inteligencia, dando rienda suelta a la imaginación. Y en cada instante que aprendo algo de a poco curo las heridas de una educación dolorosa.

2 pensamientos en “Mi gran fracaso escolar (Entrada catártica)

  1. OMG!! no puedo creer lo que escribís, me encantó todo lo que leí!!
    Soy Male, la de las conversaciones filosóficas! jajaj
    Agregame a fb (Pupi Henault) o mandame un mail o algo!!

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